FUE MUERTO Y SEPULTADO EN ALFAJARÍN


Alfajarín


Fotografía: @juanlorenzoph
Libro: Fue muerto y sepultado en Alfajarín.
@palabrasyfrasesperdidas

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EMILIO JOSÉ LÓPEZ MARTÍN




“...El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta...”

              Primera epístola de San Pablo a los Corintios

                                       La preminencia del amor. (13)



Imagina, o mejor, siente; el desgarro de un alma que bien podría ser la del Jesucristo del siglo XXI.
Un Cristo real, de carne y hueso.
Un Cristo contemporáneo.
Un Cristo en el mundo de hoy, en un lugar y en un tiempo concreto.
Tu vecino, tu amigo, tu hermano.
Casado, con una familia, con un trabajo, con unas metas, con hijos.
Un Jesús que siente amor, pasión, deseo sexual.
Un hombre real y actual.

Lee la historia de ese ser humano que es arrojado al abismo del dolor y la soledad. Al abandono absoluto, a la incomprensión, al destierro y al sinsentido.
Sumérgete en el relato de cómo sus ilusiones son pisoteadas, como su existencia es humillada, insultada, escarnecida, anulada.
Primero; por una familia tradicional anclada en  valores caducos y antiguos, con una religión hipócrita y mal entendida, y una visión del mundo pequeña y asfixiante.
Segundo; por una mujer urbanita y sin prejuicios. Una María Magdalena de hoy en día. Una mujer “moderna“, amante de las redes sociales, de la comodidad, del disfrute egoísta del propio placer, sin freno social ni moral ninguno.

El resultado de ambos mundos es al final la misma historia, la misma falta de humanidad, de sentimientos reales, la misma vacuidad.

Tachado de maltratador, de monstruo sin sentimientos, incomprendido, solo, quebrantada su alma y arrojado al abismo de la locura y la desesperación, a transitar su propio calvario.

Muerto y sepultado. Como Cristo.
Tapado su cadáver con una losa de olvido, para no sentir el olor a putrefacto, resultado de las acciones de dos mujeres que carecen de amor, y que son orgullo e inhumanidad.

Siente ahora cada espina clavándose en su cerebro y en sus pensamientos. Huele el olor de la sangre corriendo horriblemente por su cara y por su espalda.
Sufre cada clavo que perfora su carne, sus tendones, sus nervios, su alma.
Y todo por el capricho y la estupidez humana.

Y ahora escucha el latido de su corazón, en silencio, y siente cómo se retuerce en un dolor infinito, puesto que decidieron arrancárselo del pecho y estrujárselo como si fuera el de un ser  sin valor.
Ya no oyes nada, ya no hay sentido. No hay nada.

Recuerda:
“Amarás al prójimo como a ti mismo”

…Y El, el Cristo de hace 2.000 años, y él, el Cristo de hoy, solo pidió una cosa…Amor.


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