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Mostrando entradas de septiembre, 2019

TRAICIÓN, VALORES Y SEXO

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Buenas estimado viajero Si estás aquí, te agradezco tu visita y tu estancia durante un tiempo. Alfajarín Te doy la oportunidad de leer de forma gratuita la historia de un hombre que no necesariamente tuvo que ocurrir. No hay nombres, no hay tiempo para esta historia. Si lo deseas, puedes escucharlo en Youtube: Fue muerto y sepultado en Alfajarín Lee según tu estado de ánimo: PRIMERA PARTE: CAPÍTULO PRIMERO La traición. SEGUNDA PARTE: CAPÍTULO OCTAVO Valores e ideología TERCERA PARTE: CAPÍTULO CATORCE Pasión, sexo y engaño Espero que lo disfrutes. Gracias por tu visita Gracias por seguirnos en redes sociales INSTAGRAM: palabras_y_frases perdidas FACEBOOK: Emilio José López
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FUE MUERTO Y SEPULTADO EN ALFAJARÍN Alfajarín Fotografía: @juanlorenzoph Libro: Fue muerto y sepultado en Alfajarín. @palabrasyfrasesperdidas Gratis en internet. EMILIO JOSÉ LÓPEZ MARTÍN “...El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta...”               Primera epístola de San Pablo a los Corintios                                        La preminencia del amor. (13) Imagina, o mejor, siente; el desgarro de un alma que bien podría ser la del Jesucristo del siglo XXI. Un Cristo real, de carne y hueso. Un Cristo contemporáneo. Un Cristo en el mundo de hoy, en un lugar y en un tiempo concreto. Tu vecino, tu amigo, tu hermano. Casado, con una familia, con un trabajo,

PRÓLOGO

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PRÓLOGO Las personas desde que nacemo s desarrollamos la capacidad de comunicación de muchas formas, incluida la que se produce con un silencio. Nos comunicamos con un abrazo, con una caricia, con un gesto, con una mueca, y por supuesto, con las palabras. Y   sin quererlo nos convertimos en los esclavos de nuestras palabras, porque lejos de ayudarnos a establecer puentes entre las personas, que somos como islas, en ocasiones se tornan en los obstáculos y piedras para comprendernos. Las palabras que leeréis a continuación no pretenden nada. No son nada más allá que simples herramientas que, ordenadas con torpeza, dibujan una historia que no tuvo la necesidad de existir, ya que de la misma manera que imaginamos, creamos. Vivimos rodeados de convencionalismos y reglas que supuestamente garantizan nuestra convivencia, pero ésta, a menudo se deteriora y nada puede hacer para impedirlo la moral, las normas de nuestra religión ni las leyes de nuestros legisladores. El moti

CAPÍTULO PRIMERO.

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CAPÍTULO PRIMERO. ¿Por qué? No busques porque corres el riesgo de encontrar. Si la mañana te descubre en tu lecho, recuerda que dejaste atrás la noche, y que es una certeza comprobada, que   hay tantos tontos en el suelo como estrellas en el cielo , y que ni siquiera necesitarás salir de tu hogar para que   aquellos que buscan la felicidad en la desgracia de los demás te encuentren. Esta historia comienza como la de todos, con un cuento para recordar u olvidar, el día que mis padres, huyendo de la desesperación y movidos por la necesidad, llegaron a esta villa con la ilusión y la esperanza de encontrar lo que todos buscamos y pocos encuentran: pan y felicidad. Mi madre, me llevó como equipaje en su vientre, y valiente, me entregó a este lugar apenas hubimos llegado a nuestro ansiado destino, entre animales y bestias de trabajo, en la parte inferior de la casa de su hermana, aquí establecida años atrás.  Todos nos engañamos  día tras día haciendo de nues

CAPÍTULO SEGUNDO.

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CAPÍTULO SEGUNDO. ¿A dónde?     Cuando el destino se pierde, da igual el camino que se siga. No querría recordar los años de dolor, en los que la sucesión de días se convirtió en triste testigo de la separación y el distanciamiento, en un matrimonio joven que había comenzado a andar un camino que debía ser apasionado, largo y eterno, y que sin embargo sólo se encontraba cuando era preciso alcanzar las metas establecidas en esa norma no escrita que seguimos, según la cual nuestro destino era ser la copia ridícula y vacía de sus usos y costumbres. Pese a todo, también recuerdo como nada me impedía pedir, casi suplicar al principio, y aunque fuera alzando la voz después con el paso de los años, por esa familia que se perdía y ese hogar que dejó de ser propio para ser ajeno. Si habéis sufrido este proceso, o alguno similar, habréis descubierto como los sentidos cambian y distorsionan la realidad. Y de la misma manera que veía aquellas personas  que me perturbaban

CAPÍTULO TERCERO

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CAPÍTULO TERCERO ¿Cómo? Cuando los jinetes del apocalipsis cabalguen y te encuentren en su camino, sucumbirás a la muerte . Quiero volver atrás en mi memoria, sólo a momentos que casi eran perfectos, ya que el dolor que impregna mis días no tiene derecho a borrar sensaciones y sentimientos. Recuerdo la vida en el pueblo que transcurría plácida y tranquila en el comienzo de nuestra relación como marido y mujer. Era todo lo pacífica que podía serlo en una tierra ocupada, con soldados en las calles, donde los vecinos de la villa, de una u otra forma, vivían del trabajo y jornales que el invasor aportaba. Era un juego en el que la fiera daba de comer a la fiera, para intentar mantener una convivencia pacífica. Era un espejismo, ya que el soldado siempre sería soldado, por la espada que portaba en su cinto, y el pueblo siempre sería pueblo, por la piedra que guardaba en su mano. Nuestra vida de pareja se centró una vez construida nuestra casa, en seguir levantando

CAPÍTULO CUARTO

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CAPÍTULO CUARTO ¿Quién? No esperes que la bestia entienda porque solo sigue, y seguirá, su instinto de supervivencia . Y llegó nuestro segundo hijo, al que llamaríamos como el profeta, y acogí su llegada con la misma esperanza, con el mismo amor y alegría que a nuestro primogénito, confiando y esperando, siempre esperando, a que nuestra familia encontrara por fin su camino como tal. Pero esa fue una inútil esperanza, que los mismos perturbadores e inquietantes visitantes se encargaron de eliminar, ya que nada les impidió intentar seguir con lo que entonces ya se había convertido en una costumbre no escrita, pero firme en sus conciencias. Hablé con mi mujer, confiando siempre en el diálogo, nunca desde la imposición,  y le dije que debíamos proteger a nuestros hijos, ya que nuestra obligación divina como padres era no dejarlos indefensos, dando margen a que el nuevo vástago de la estirpe se convirtiera en el centro de las algarabías de su familia, dejando a nues